Diego Martín Velázquez Caballero
La renuncia al Partido Revolucionario Institucional por parte de un grupo de distinguidos políticos y militantes encabezados por Miguel Osorio Chong ha demostrado la insuficiencia que distingue al otrora Partido Oficial rumbo al proceso político del 2024. El PRI es un partido que resta y esto constituye un lastre más en la configuración del Frente Amplio por México.
El transfuguismo terminó por generar la migración total de cuadros y políticos profesionales priistas para dejar al instituto político como una tierra yerma, una Castilla, llena de nostalgias y muertos.
Aunque el reciente proceso electoral de Coahuila y el Estado de México hacía aparecer al priismo como fortalecido por el nivel de competitividad demostrado en ambos procesos electorales, la salida de linajes importantes en la configuración del PRI histórico, deja al partido político en manos de una dirigencia que se conduce como chivo en cristaleria desde el inicio de su responsabilidad jerárquica.
El corporativismo y la estructura operativa del PRI tenían tiempo en manejarse a distancia de las decisiones institucionales de la dirigencia. La salida protagonizada por Osorio Chong es muestra del escenario catastrófico que vislumbraba Manuel Camacho Solís frente a la falta de regeneración del régimen de la revolución mexicana: la argenitinización. Es decir, la anarquía y racionalidad pragmática de los actores fundamentales en la política de masas. Finalmente sucedió. El PRI no es más un partido de masas y los actores sociales han quedado libres –algunos piensan en la vieja hipótesis revueltiana del proletariado sin cabeza-. Sin embargo, esto también se traduce en incremento de los vicios electorales como clientelismo y compra del voto. La desestructuración de los partidos políticos devalúa la democracia. La ausencia de organización de los grupos colectivos puede dar pauta para el extremismo de la delincuencia electoral así como la aparición de extraños populismos que, en conjunto, ponen en jaque la gobernabilidad.
Los movimientos sociales se han concentrado en MORENA y el gobierno de la Cuarta Transformación. Probablemente, el régimen de gobierno actual incorpore el corporativismo como actor preponderante de las nuevas relaciones de poder hacia el 2024. La salida de notables, cuadros y militancia del PRI constituye un golpe más para el alicaído poder de convocatoria del Frente Amplio Opositor. Las derechas concentradas en el mismo, no comprenden el significado de la participación social en los regímenes latinoamericanos, una cosa es comprar el voto y otra ganar la legitimidad. Por ello la importancia de observar lo que sucederá con los agentes colectivos y fracciones que abandonan el PRI. La salida de priistas debe traducirse en un abandono también del Frente Amplio porque, entonces, se interpretaría como una incongruencia universal salir del PRI, pero apoyarlo en la coalición opositora.
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