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La vez que me sobaron el lomo

Puros cuentos

Pericles


Mi compadre me abrió la puerta como si nada hubiera pasado. La comadre me sirvió café, pero frío y como si fuera adrede. El ambiente era helado como el café y nadie decía nada. Los demás presentes hicieron como que no me vieron y la médium se paró y dizque fue al baño. El compadre sin verme a los ojos, me hizo una seña manual dirigiéndome hacia el pequeño balcón. Cerró las puertas corredizas y dice en forma acusatoria: “¿qué te pasa cabrón?!” “estás viendo que a Paty se le murió su papá y tú todavía sales con esas cosas”, ahora si viéndome intensamente. La verdad es que no sabía que decir y me concentré en el ruido del tráfico abajo. “La verdad que estamos muy molestos con lo que pasó anoche” seguía mi compadre como para medio forzarme a responder a lo congelado del ambiente. Por lo que empecé a repasar lo de la noche en cuestión. Me recuerdo que llegué temprano, mi comadre muy amable nos sirvió botanas y por la naturaleza de la reunión, no hubo licor. Después ya tarde y sin excusas, llegó la médium y sin decir hola, empieza a decirles a todos sus verdades cuando al mismo tiempo nos daba la mano para saludar y a manera de tarjeta de presentación. La tipa se dice llamar Olga, pero para mí que no es su nombre de pila. Después de las adivinaciones, nos hizo sentar en la mesa del comedor, que aunque no fuera redonda dijo: “ no importa “ y nos hizo que nos tomáramos de las manos. Aclaro que yo todavía no conozco al resto de los invitados, pero se ve que no todos regresaron hoy a la segunda parte. Mi comadre, me acuerdo, estaba muy nerviosa y le sudaban las manos. Y lo sé porque a mi me tocó sentarme enseguida de ella por instrucciones de Olga. Para entonces las luces se habían apagado, dejando solo una pequeña lámpara en la esquina de la sala. Todavía estábamos respirando profundo para la concentración de rigor, cuándo una señora dice en forma impertinente: “¿y los niños Paty?” Mi comadre sin abrir los ojos dice compulsivamente: “están con mi mamá” La médium reacciona con una especie de ronquido y exhalación como reprendiendo la impertinencia y al mismo tiempo el instinto maternal expuesto. La tercera interrupción fue la mía y lo acepto, cuando dije: “¿puedo ir al baño rápidamente?” Y sin esperar respuesta, solté la mano sudada de mi comadre y la mano rasposa del señor que no se quien era o es. Cuando regresé, la médium todavía con la mueca en la cara, volvió a cerrar los ojos y a respirar profundo como queriendo hacer una re conexión con el otro mundo. Después de unos minutos en silencio, la mesa empezó a vibrar, a lo que Olga inmediatamente ordenó: “No abran los ojos o se suelten!” Lo que me hizo pensar que ella estaba aquí y allá. Pasaron otros minutos sin conexión con la ultratumba, por lo que la médium dice con tono desesperado: “a respirar profundo y exhalar” ordena. Nadie se imaginó que la repetida maniobra respiratoria, traería la cuarta y final interrupción al oírse un flato que salió por la boca equivocada de la señora gorda, que estaba sentada a la esquina de la mesa. Por lo que me ganó la risa que se convirtió en carcajadas y colapsando en forma definitiva la seriedad del ambiente tenebroso. Pero pensé: “ok pero no era para tanto” le dije a mi compadre. Por lo que mi compadre se me acerca y como en secreto me dice: “no digas nada güey, pero el papá de Paty tenía un dinero escondido y queremos saber donde, eso es todo” ahora doblemente enojado por haber tenido que confesarse. Y yo, queriendo cambiar su humor le dije: “Se me olvidó preguntarte algo ayer, dime quiénes son esas otras personas?” apuntando hacia adentro del apartamento. “Uno es un vecino de arriba y los otros los invitó la médium que como facilitadores” dijo mas calmado. Nos quedamos pensando un momento en el calor del balcón y bajo el ruido de tráfico de la hora pico. En silencio, regresamos a lo helado del ambiente, que se desvaneció tan pronto como mi compadre le hizo una seña a escondidas a mi comadre. De nuevo, nos estuvimos que esperar hasta casi la media noche para que Olga terminara con su meditación y estuviera lista. Esta vez, la médium había traído unas yerbas para hacer té y suavizar la comunicación. Mi comadre, de nuevo, se veía nerviosa y tensa en su intento de comunicarse con su padre. Nos sentamos como la otra noche y la señora gorda se volvió a poner roja de la cara. Mi comadre empezó a servir el té, de a uno por uno y notándosele un temblor en la mano. Se apagaron las luces como antes y se dejó la pequeña lámpara prendida como antes. Olga con la seriedad todavía en la cara, ordena que nos tomemos el té y paso a seguir el de tomarnos de las manos igual. Yo hasta ahí me acuerdo. Para cuando desperté, tirado en el suelo boca arriba, sentía algo clavado en la cintura. Lentamente porque no podía para más, traté de incorporarme y quitar el juguete que me causó la molestia . Pero para no hacer el cuento más largo, le robaron todo a mis compadres, incluyendo la mesa donde nos habíamos sentado. Y a mí, el poco dinero que traía en la cartera. Al despertarse de los compadres solo oigo: “pinche médium” Del vecino de arriba, ya no supimos nada hasta después, de que se había ido antes porque se empezó a sentir mal y con ganas de vomitar. Sobra decir que reportamos a la médium y compañía, a la policía. Días después, yo todavía seguía con mi dolor de cintura, por lo que decidí ir a una sala de masajes china. El letrero decía: “Masaje general sin relax $100 pesos “ “Masaje general con relax $150 pesos” “con relax, por favor”

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