Larga vida al populismo
- fermarcs779
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Diego Martín Velázquez Caballero
La cultura política mexicana, en su esencia, sigue siendo clientelar y asistencialista. Esto significa que muchos ciudadanos aún ven en el Estado una fuente de recursos y protección, más allá de los principios de representación y participación democrática correspondientes a la visión liberal. La gestión gubernamental, en este esquema, no solo se basa en la implementación de políticas públicas, sino también en la supervivencia de los conglomerados marginados, quienes encuentran en el Estado y en sus líderes una vía para subsistir y mantener sus condiciones de vida. Mientras esto siga siendo así, el poder político en México estará en condiciones de mantenerse estable, incluso frente a las críticas y los desafíos graves como el imperialismo norteamericano.
La cultura política en Latinoamérica, incluyendo México, ha sido históricamente populista caudillista y una mera simulación del presidencialismo norteamericano. Estas características, lejos de ser meros vestigios del pasado, siguen siendo componentes esenciales del funcionamiento de los regímenes progresistas populistas en la región.
En México, el populismo ha mantenido una salud óptima, adaptándose a los tiempos y consolidando un sistema en el que la figura del líder carismático y la relación directa con las bases sociales siguen siendo fundamentales. A pesar de las críticas que se hacen a la llamada Cuarta Transformación, en realidad, el festejo de Claudia Sheinbaum y el avance de Morena en este contexto tienen un sentido significativo: en un escenario donde la oposición no logra ofrecer alternativas claras y viables, el movimiento oficialista continúa avanzando porque responde a las expectativas y necesidades básicas de amplios sectores de la población.
El avance de Morena y el respaldo a sus líderes tienen un fundamento social que no puede ser ignorado. La cultura política mexicana, en su forma más arraigada, sigue siendo suficiente para sostener un sistema donde la lealtad y la expectativa de beneficios inmediatos prevalecen sobre las propuestas de cambio estructural. La servidumbre y el vasallaje infundados por el régimen colonial español –como lo dice AMLO-; aunque complementado por un autoritarismo indígena caciquil, son elementos pétreos para la gobernabilidad populista. La oposición, por su parte, aún no logra ofrecer un proyecto convincente que movilice esas mismas raíces, lo que permite que el populismo siga siendo una forma efectiva de gobernar en México.






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