Samuel Schmidt
En el costado de un edificio de unos doce pisos de altura en una de las calles centrales del centro de Austin, Texas, está pintado un mural que muestra a una mujer, no cualquier mujer, sino la mujer maravilla que está rompiendo unas cadenas. Debajo de la mujer dentro de una bandera rojinegra se inscribe women vote, el voto de la mujer.
El mural me llevó a cuestionar en que estarían pensando las autoras Sandra Chevrier y Shepard Fairey quienes posiblemente sean sindicalistas defendiendo el derecho de huelga, ellas decidieron honrar el 100th aniversario de la aprobación de la 19a enmienda constitucional que a la letra dice: El derecho de los ciudadanos de los Estados Unidos al voto no será negado o menoscabado por los Estados Unidos, ni por ningún estado, por motivos de sexo.
Sin duda que la ocasión merecía un mural de ese tipo o uno más grande, porque fue un logro mayor poner fin a la discriminación electoral por género de la que se dice la mejor democracia del mundo. Hoy todavía muchas mujeres ven sus derechos políticos reducidos o cancelados si pertenecen a la “comunidad equivocada” por ejemplo, afro-americanas o hispanas.
No deja de asombrarme que las autoras decidieran poner como campeona del movimiento de los derechos políticos de la mujer a un carácter inexistente y no poner por ejemplo a Elizabeth Cady Stanton o Lucretia Mott que fueron líderes del movimiento sufragista en el siglo XIX. Es como si pusieran al hombre invisible y no a Martin Luther King encabezando el movimiento a favor de los afro americanos.
Y la mente me llevó a pensar en el contenido conservador del mural.
Supongamos que muchos no sepan el motivo del mural y lo ven solamente como una expresión femenina y entonces pierde el sentido la mujer maravilla rompiendo cadenas.
El voto para la mujer en general es un tema superado, excepto por lo que se refiere a una discriminación racial o aporofobica, o sea evitar que voten los de “color” y los pobres; en realidad la mujer hoy juega un papel central en la política de Estados Unidos y de muchos otros países.
En Estados Unidos una mujer es vicepresidenta y está en primer lugar en la línea de sucesión presidencial. Una mujer fue la líder (speaker) del congreso que estaba en el segundo lugar en la línea de sucesión, y cinco mujeres tienen una voz definitoria en el manejo de la política fiscal en el congreso. Hay mujeres gobernadoras y senadoras que marcan rumbo en temas centrales, por no hablar de las voces femeninas en organizaciones no gubernamentales. Sin embargo hay muchas cadenas por romper.
El mural pudo abordar las cadenas que enfrenta la mujer hoy en día o lo tendrá que hacer otro mural. Sigue la discriminación laboral, un diferencial de salarios y oportunidades reducidas de ascenso, por eso sorprende cuando una mujer “se cuela” hasta el tope de las grandes corporaciones.
La mujer sufre violencia de género, ya sea el ataque para cancelar la posibilidad y libertad a decidir sobre su propio cuerpo, o ser objeto de violencia física. Estados Unidos se encuentra en el lugar 19 del índice de felicidad con una calificación de 6.35, dónde 232,960 mujeres fueron violadas o asaltadas sexualmente en 2006, o sea, 600 diarias; 3 diarias o 1,181 fueron asesinadas por su pareja en 2005; una de cada cinco será violada o sufrirá agresión sexual en la universidad; 1,946 mujeres fueron asesinadas, cinco diario en 2018, los optimistas presumen que para 2019 la cifra bajó a 1,795. El Estado campeón en mujeres asesinadas es Texas dónde los republicanos se oponen a cualquier medida de protección a la sociedad y dónde se aprobó una de las leyes más retardatarias en contra del aborto y de la mujer. Finlandia el primer lugar en el índice de felicidad, ocupa el primer lugar mundial en educación, y el segundo lugar en la Unión Europea como país más violento contra las mujeres: un escalofriante 47% de las mujeres han experimentado violencia física o sexual. México se ha hecho famoso por los feminicidios.
Ante la violencia que sufre la mujer ante machos obsesionados por mostrar su poder, vía la violación y el abuso sexual, surgió el movimiento me too que ha propiciado algunas medidas y castigos ejemplares, pero que parece haber caído en un impasse. El problema de la agresión de la mujer no es solamente de las agredidas sino de una sociedad que continúa reproduciendo esa cultura de abuso.
El mural es parte del discurso conservador que evade tratar problemas graves muy actuales por medio del tratamiento de un tema superado.
Rescatemos el valor de recordar que el derecho al sufragio derrotó en parte a la discriminación, que no es tema menor, pero hay que llenar muchos muros con llamados a detener las agresiones y violencia que hoy ensucian y enlutan a la sociedad.
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