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Lopezobradorismo y faccionalismo morenista frente al 2024

Xochitl Patricia Campos López


Joy Langston estableció una idea del Partido Oficial como un modelo informal de faccionalismo colaborador donde la membresía queda al margen de las ideologías y filiaciones para estructurar una gobernabilidad que permita el control del país y la sostenibilidad del poder. El modelo del sexenio se presentó como ejemplar para renovar la hegemonía, el presidente es un dios mortal al que se cambia cada cierto periodo de tiempo y allí están dispuestos los poderes fácticos para reafirmarlo: la ultraderecha y el ejército. Con el tiempo, los enemigos del régimen de la revolución fueron encontrando acomodo en la política exterior de Norteamérica: el sector empresarial de la colonia española, los conservadores reaccionarios y la delincuencia organizada.

La Familia Revolucionaria pactó con Estados Unidos el control, sin embargo, el agotamiento de la gobernabilidad autoritaria que tenía el PRI, ha dejado las cuestiones en manos de las alianzas pragmáticas polipartidistas. La democratización debilitó el Estado Mexicano frente a Estados Unidos, pero este formato de dominación ya había sido implantado durante el régimen de la revolución mexicana en manera encubierta debido a la diplomacia norteamericana. La relación Estados Unidos-México siempre debe pensarse desde la casuística de Joel Robert Poinsset y Henry Lane Wilson. Después de la dictadura del Gral. Porfirio Díaz, los norteamericanos encontraron en el PRI la manera de sistematizar y dirigir la participación política del país.

El faccionalismo colaborador no es garantía de continuidad para el lopezobradorismo, ni las alianzas pragmáticas polipartidistas. Esta forma de agregación política es coyuntural y muestra la debilidad de la sociedad mexicana frente al extranjero.

Sin lopezobradorismo, México camina hacia la argentinización –en palabras de Guillermo O´Donell y Manuel Camacho Solís-, es decir, el faccionalismo competitivo y con alta polarización.

El imperialismo considera que el 2024 será la muerte del lopezobradorismo, como en el caso de los otros notables presidentes, la influencia de AMLO está condenada a la extinción apenas concluir su sexenio. Esta regla del sistema político mexicano está determinada para sujetar al país y regular formas de convivencia política convenientes a la hegemonía norteamericana. Las democracias también tienen derecho a defenderse; empero, ni Zedillo ni Fox consiguieron acelerar la democratización de las regiones, el lopezobradorismo está jugándose su última oportunidad.

La izquierda volverá a la dispersión y la movilidad clandestina, a construir iglesias sin creyentes basadas en el mito del eterno retorno. La cúpula de Morena, particularmente Mario Delgado, fracasó en controlar a los gobernadores y poderes regionales.

La subordinación y curialización de los caciques a las fuerzas armadas fue la primera etapa del régimen de la revolución mexicana y demandaba constantes lecciones de fuerza para que los grupos locales respetaran el centro. El control del poder regional fue debilitándose con la llegada del neoliberalismo y fundamentalmente con la democracia. Los caciques regionales –como los organismos autónomos- le llaman democracia a la impunidad de ejercer arbitrariamente su patrimonialismo burocrático.


Las fuerzas armadas no sólo han tenido la obligación de garantizar la transmisión pacífica del poder en México sino la responsabilidad de contener los abusos del imperialismo norteamericano en su forma más extrema. La única garantía de continuidad del sistema político se encuentra en la institución que siempre ha sido cuestionada: el Ejército Mexicano.

La oposición insiste en cualquier oportunidad para admitir la intervención extranjera y de la iniciativa privada. Con ello evidencian su condición entreguista y derrotada. Sólo quieren el presupuesto para ejercer el patrimonialismo histórico que los distingue, nunca han tenido un compromiso con México y para nada les interesa la responsabilidad social que implica el gobierno.

La sucesión presidencial es delicada para el país por el nudo de fuerzas que desata su desenlace y la configuración restante. Al final, el patrimonialismo burocrático, los acuerdos con Norteamérica y la supervivencia del cacicazgo; quedan como los únicos carriles de nuestra institucionalidad política medieval. Aunque también se incrementan los problemas sociales y su carga sobrepasa el nivel de atención que dispone el Estado Mexicano, inclusive las características de Estado Fallido que presenta el país, comienzan a contagiarse con Estados Unidos.

¿Cómo es posible que la quinceava economía global presente tal nivel de ingobernabilidad? Cuestiona rabiosamente el círculo rojo. La economía mexicana pertenece al imperio yanqui, pero el país es nuestro. La economía es el principal exponente del colonialismo y, por ello, los grandes sectores excluidos del proceso productivo se hacen ingobernables. Amén de que también se desarrollen unos procesos económicos criminales que también se integran a Estados Unidos.

El lopezobradorismo intentó devolverle una dimensión social al Estado Mexicano y lo consiguió formalmente. Los problemas del país se acumularon y ha sido un gran mérito del presidente atenderlos. Corresponde a las fuerzas armadas atenuar las consecuencias de la sucesión política en México. De su capacidad e inteligencia depende el tipo de político que llegue al poder en México. De la dimensión de su patriotismo se corresponde mitigar la influencia nociva del imperialismo. La unidad política fortalece la soberanía e independencia nacional.

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