MANIFESTACIÓN CIUDADANA EN URUAPAN POR EL ASESINATO DE CARLOS MANZO
- fermarcs779
- 7 days ago
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Observador Ciudadano
Enrique Bautista Villegas
Uruapan es una ciudad, en el Estado de Michoacán, con aproximadamente 400,000 habitantes. El viernes 7 de noviembre se celebró una marcha en memoria de quien fuera su alcalde durante escasos 14 meses, Carlos Manzo Rodríguez que, como es sabido, fue asesinado cobardemente el pasado 1° de noviembre mientras participaba, acompañado de su familia, en una ceremonia cívica ciudadana en la plaza pública de la cabecera municipal organizada para celebrar el Día de Muertos.
A la marcha, según los cálculos de analistas y observadores de este tipo movilizaciones, deben haber asistido entre 80,000 y 100,000 personas; la inmensa mayoría, habitantes del municipio; esto quiere decir que participaron entre el 20 y 25% de los habitantes del mismo.
Si extrapolamos la cifra a la población de las ciudades más habitadas del país, podemos hipotéticamente afirmar que nunca en la historia de México, durante los últimos 80 años, se había dado una manifestación más numerosa que esta.
Por si lo anterior fuera poco, debe señalarse que esta marcha fue genuinamente ciudadana, sin contingentes de organizaciones sociales o institucionales de ninguna naturaleza. Si bien, la convocatoria inicial la lanzaron organizaciones sociales y empresariales locales, a partir de un genuino sentimiento de dolor, protesta, y rabia, por el artero asesinato de Carlos Manzo, la presencia ciudadana fue totalmente voluntaria, y por los mismos motivos.
Categóricamente se puede afirmar que no hubo acarreados, asistentes inducidos por recibir algún apoyo a cambio. No hubo tortas, refrescos ni estímulos económicos o en especie por la asistencia. Quienes estuvieron presentes fueron TODOS personas que lo hicieron por iniciativa y voluntad propias. Lo mismo marcharon familias completas, madres llevando a sus bebes en carreolas, que trabajadores industriales y del campo, productores agrícolas, pequeños, medianos y grandes empresarios, transportistas, comerciantes, prestadores de servicios, adultos mayores, y niños, pero sobre todo miles de jóvenes de ambos sexos, que muy probablemente eran arriba de la mitad de los participantes en la manifestación de protesta. Una cosa es segura, toda la sociedad estuvo representada.
Como uruapense y observador ciudadano, puedo afirmar que nunca me sentí tan conmovido y orgulloso de una manifestación ciudadana masiva y solidaria por una misma causa: el dolor y la frustración por el cobarde atentado de un hombre que tuvo la capacidad de unir a la población de su municipio, su estado, y buena parte de la opinión pública nacional, a partir de su discurso y acción congruente. Su meta fue recuperar la seguridad y la paz social en su municipio, asumiendo una posición frontal y enérgica en el marco de la legalidad, para combatir la presencia de grupos delincuenciales, presuntamente protegidos por funcionarios públicos y grupos de poder corruptos.
En su esfuerzo por el logro de ese fin, y ante un insuficiente respaldo de los niveles de gobierno estatal y federal, Manzo asumió funciones en materia de seguridad pública que no le correspondían. No debe omitirse señalar que la delincuencia organizada, en todas sus formas, es materia principal, si nos es que exclusiva, de la justicia federal.
En alguna reflexión anterior en este espacio señalaba que una característica de nuestra cultura es ser solidarios en las celebraciones (la fiesta), y para enfrentar la desgracia, pero no para impulsar acciones colectivas benéficas para la sociedad en su conjunto, o para apoyar que quienes lo quieran hacer, logren llevarlo a cabo. La contundencia y espontaneidad generalizada de la manifestación de dolor y solidaridad de Uruapan, y otras que se vienen dando en diferentes ciudades de Michoacán, y el resto del país, pueden constituir un parteaguas en la conducta colectiva para enfrentar y atender problemas estructurales, como los de la delincuencia y la corrupción que padecemos actualmente.
En próximos días se anuncian marchas por esta causa en muchas ciudades del país. Pero amparados en esta desgracia han también levantado la voz individuos y grupos de oportunistas que quieren aprovechar el dolor de la sociedad por el atentado en contra de Manzo, argumentando incapacidad o falta de voluntad de parte del gobierno federal para prevenir este tipo de acciones, y pretenden usar la ocasión para demandar que se revoque el mandato a la presidenta de la República.
Un ejemplo de este tipo de actitudes la representa el tristemente célebre usurero y omiso en sus obligaciones fiscales, Ricardo Salinas Pliego, quien se puso recientemente el sombrero para evocar su simpatía y supuestas coincidencias por el movimiento que Manzo fundó. No debemos olvidar como Salinas Pliego utilizó, en junio de 1999, en ocasión del asesinato del conductor de noticias y espectáculos de la televisora que desde principios de la década de los noventa tiene concesionada, Paco Stanley, para demandar por ese medio, en cadena nacional, la renuncia del entonces Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, acusándolo de incapacidad para prevenir el crimen y casi casi haberlo provocado por
omisión. Tiempo después se supo que Stanley era adicto a la cocaína y supuestamente tenía relaciones oscuras con el narcotráfico.
Si los integrantes del “Movimiento del Sombrero” que fundara Carlos Manzo son invitados, y deciden participar en algunas de esas manifestaciones, deberán cuidar de deslindarse de ese tipo de pretensiones, y no permitir que se les intente tripular por los opositores al gobierno de la República y usarlos con fines políticos oscuros y ajenos al que ellos defienden.
En otro ámbito de análisis, seguramente habrá quienes piensen que otras tragedias vividas en el pasado, como las represiones en contra de estudiantes de 1968 y 1971, los terremotos de 1985 y de 2017, el magnicidio en contra de Luis Donaldo Colosio en 1994, la represión de Aguas Blancas, o el asesinato en contra de los estudiantes de Ayotzinapa, fueron actos mucho más trascendentes que el atentado en contra de Carlos Manzo, y tuvieron un impacto mayor en la sociedad. En realidad, esta comparación resulta improcedente para los fines de este comentario, y solo se menciona para estimular la refelxión del lector.
Lo que es un hecho innegable es que el atentado en contra de este joven político uruapense está movilizando a toda la sociedad mexicana, que ha entrado en conciencia de que la conducta vertical, honesta, y congruente de Carlos Manzo es un ejemplo que la mayoría de los habitantes del país vemos como necesario a emular como condición para recuperar la paz social, la ética, la honestidad, y el desarrollo armónico entre nosotros.






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