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Matriarcado Criminal

  • fermarcs779
  • Nov 10
  • 3 min read

Xochitl Patricia Campos López


Cada país refleja en su gobernanza la percepción que tiene de sí mismo, una idea que se remonta a los sofismas históricos que vinculan la legitimidad del poder con la virtud del gobernante. En el contexto actual, este principio se manifiesta en la manera en que el feminismo progresista ha arropado a la presidenta de México, con el fin de proteger su figura y reducir el daño político que la crisis de seguridad ha generado. Sin embargo, esta protección mediática y discursiva oculta la realidad de un país sumido en la violencia, donde las víctimas reales son las miles de personas asesinadas, desaparecidas y secuestradas, muchas de ellas mujeres, que permanecen invisibilizadas en medio de una guerra fratricida entre grupos de la delincuencia organizada. La atención selectiva y el respaldo a una figura presidencial en crisis distorsionan la gravedad del problema, dejando en la sombra las historias de víctimas que nunca serán reconocidas ni atendidas por las instancias oficiales, mientras el feminismo progresista parece haber transformado su causa en un escudo para la protección de intereses políticos y personales. El feminismo progresista se ha convertido en un feminismo montajista. ¿Será que pronto veremos a Sheinbaum liderando acciones extremas que desembocan en desmanes y confrontaciones abiertas, como las que se asocian a movimientos radicales del Bloque Negro?


El manejo de crisis políticas ha evolucionado hacia estrategias de chantaje emocional y montajes que buscan desviar la atención de los problemas estructurales. Como lo ha señalado Carmen Aristegui, la ignominia y la bajeza de estos mecanismos son proporcionales a la falta de liderazgo y responsabilidad de quienes deberían gobernar con dignidad y compromiso. La sororidad, en el caso de Claudia Sheinbaum, se evidenció en la protección que brindó en su momento al aparato estatal frente a las agresiones y ataques contra Xóchitl Gálvez, una acción que revela tanto la lealtad a un grupo político como la ausencia de una verdadera mirada solidaria hacia las víctimas que no forman parte de las élites feministas progresistas; algún día la Historia recuperará la forma en que Sheinbaum permitió que el Kiriarcado usara toda la violencia contra la candidata presidencial del PAN. ¿Cuántas Cecilia Monzón hay en México? La misma actitud se replica en la indiferencia hacia la situación de inseguridad en estados como Michoacán, donde la crisis se ha agravado sin que las autoridades muestren una respuesta efectiva; en cambio, se perciben acciones alineadas con la lógica de manipulación y encubrimiento. El feminismo progresista es el feminismo de Agripina.


El feminismo progresista, en muchas ocasiones, ha sido utilizado como un instrumento de poder que se presta a todo tipo de contubernios políticos. Lejos de ser un movimiento social genuino que enfrenta las problemáticas con claridad y valentía, ha demostrado ser uno de los sectores más oportunistas, incluso superando en su falta de autocrítica al ecologismo oportunista y suripanta del PVEM. La respuesta que ha dado Claudia Sheinbaum ante la crisis de seguridad y gobernabilidad en Michoacán refuerza una percepción que se asemeja a las ideas del presidente Donald Trump respecto a la intervención en México para combatir el narcotráfico.


Es imperativo imaginar qué nuevas cajas chinas inventarán para distraer a la opinión pública en medio de una violencia que no da tregua. La guerra del narcotráfico, que se ha convertido en una confrontación de niebla y sombras, revela la incapacidad de las élites morenistas y feministas para ofrecer soluciones reales y duraderas. La historia de México nos recuerda que gobernar con populismos sin contenido puede ser destructivo; Lázaro Cárdenas, consciente de ello, tomó decisiones difíciles para evitar que el país se incendiara en el caos: elegir a Manuel Ávila Camacho. La lección de aquel momento debe ser valorada y aplicada hoy, en un escenario donde el populismo morenista, que tanto alaba a figuras como la Esfinge de Jiquilpan, aún parece desconocer la verdadera dimensión de los peligros que enfrenta México. Solo la responsabilidad, la honestidad y un liderazgo comprometido con las víctimas y con la nación podrán evitar que la historia vuelva a repetirse en forma de nuevas cajas chinas que distraigan en medio de la tormenta que avisa ondear la bandera yanqui en Palacio Nacional en el corto plazo.

 
 
 

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