Diego Martín Velázquez Caballero
El caso sinaloense ha evidenciado la fuerza que tiene el poder invisible para someter a México, aun cuando la información que se transmite es errónea y oculta, el daño está hecho. La coacción sobre el gobierno mexicano busca poner de rodillas a la próxima administración federal frente a los poderes fácticos, principalmente Estados Unidos.
Desde siempre el gobierno norteamericano ha usado la infiltración y el espionaje para evidenciar la corrupción de los funcionarios mexicanos y la política incorrecta de la administración pública frente a los grupos de la delincuencia organizada; empero, a diferencia de otros gobiernos, el lopezobradorismo cuenta con amplias bases de apoyo que no han permitido mermar la legitimidad que tiene su presidencia.
López Obrador no tiene el descrédito de Felipe Calderón Hinojosa o Enrique Peña Nieto, el rasero es la legitimidad popular y esto es lo que tiene que ser entendido desde la Casa Blanca. Para quitar a la Cuarta Transformación del poder político en México, tendrían que asesinar al presidente, provocar un golpe militar o promover una rebelión. Y no les alcanza. Nicaragua y Venezuela demuestran la fuerza del intervencionismo yanqui, cada vez es más débil y sus asonadas mediáticas terminan por generar un efecto boomerang en la opinión pública. La sociedad mexicana contempla que el imperialismo norteamericano es voraz y abusivo, que el país cada vez resulta más explotado por la Unión Americana y que, lo más probable, es que AMLO esté diciendo la verdad. Sobre todo, queda claro que Norteamérica es el Narcoimperio, el Cártel de las Drogas Globales.
El poder del narcotráfico en la sociedad mexicana representa un obstáculo que la estrategia de políticas públicas morenista no ha sabido enfrentar. La política de seguridad del gobierno actual no resultó importante frente a un vecino que sólo está interesado en el intervencionismo para el manejo adecuado de sus intereses geopolíticos.
Así como en el tema de las compañías armamentistas y el tráfico de artillería a nuestro país, el gobierno mexicano debería usar el derecho, nacional e internacional, para exhibir el imperialismo yanqui y el manejo inadecuado que realizan sus agencias en arenas internacionales. Nicaragua evidenció a los Estados Unidos en su imperialismo geopolítico, pero, además, también demostró que no reparan el daño que cometen sus grupos terroristas militares y paramilitares. La espera de México a que Estados Unidos proporcione las explicaciones debidas respecto al caso Mayo Zambada, tampoco ha sido una medida inteligente. Para algunos analistas, Norteamérica invadió México, ¿qué pasaría si nuestro país hiciera lo mismo en territorio yanqui? La intervención de los Estados Unidos perjudica notablemente el sistema político mexicano y los intereses socioeconómicos. México es un narcoestado, pero Estados Unidos es el paraíso de las drogas.
La solicitud de México para con los organismos internacionales y el uso del derecho de naciones, puede ayudar a encontrar las medidas importantes para que disminuya la fuerza de un intervencionismo que no busca remediar el trasiego de drogas, Estados Unidos no tiene ningún interés en que los jóvenes estadounidenses dejen los enervantes o continúen muriendo por sobredosis. Norteamérica sólo busca manejar los recursos económicos derivados del narco y tomar el control de México.
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