Xochitl Patricia Campos López
El fracaso del Movimiento de Regeneración Nacional en construir la base de apoyo para consolidar la legitimidad de Claudia Sheinbaum, también se percibe en el desarrollo de un faccionalismo que confronta los proyectos de gobierno e iniciativas de ley que la presidenta de la república intenta materializar. La titular del Poder Ejecutivo debe consolidar un liderazgo institucional fuerte que controle las bases morenistas para inhibir una conjura que le lleve al escenario del gobierno congresional o de la franca pérdida de apoyo del morenismo en el ámbito local y legislativo.
El propio López Obrador concebía que la tribalización no homogénea del Morena implicaba un riesgo de gobernabilidad mayor; AMLO decidió pragmáticamente mantener una cohesión volátil que, frente a la guerra geopolítica de Donald Trump, simplemente muestra su consistencia. Las facciones morenistas están abandonando a Sheimbaum y buscan rescatar sus propios feudos e intereses, de tal modo que no se sometan al círculo de obligaciones que está imponiendo el gobierno federal. El problema de la gobernabilidad se está desarrollando desde las fuerzas centrípetas del morenismo aún cuando la oposición está pulverizada. Morena está saboteando el proyecto de gobierno sheinbaumista.
La separación entre las fuerzas morenistas y el gobierno federal ocurre cuando la presión norteamericana continúa, los diversos grupos de las izquierdas están conformando una perspectiva práctica que lleva a la orfandad del Poder Ejecutivo. En este escenario, las propuestas de la cuarta transformación se retrasarían y las alternancias quedan ejecutándose en un primer plano.
La Cuarta Transformación está golpeándose y derrotándose a sí misma. Ahora mismo se está convirtiendo en una argamasa incoherente y con pocas posibilidades de autocontrol. Lo único que le importa a los grupos hegemónicos es la preservación de sus propias parcelas aunque el país se pierda, aunque no haya otra posibilidad de saltar hacia delante. Todo depende de que Morena apoye el proyecto presidencial de Sheinbaum, mermar el apoyo a la presidenta cambiará todo; no sólo la Casa Blanca tomará el control del país, existe la posibilidad formal de que la izquierda sea reducida a su mínima expresión y capacidad gubernamental.
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