Nosotros, los buitres
- fermarcs779
- Nov 9
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Diario de un reportero
Miguel Molina
Así que la presidenta nos llamó buitres.
Nosotros, los buitres, no inventamos la violencia. Nosotros, los buitres, no ofrecimos acabar con ella ni es nuestro trabajo. Nosotros, los buitres, nos limitamos a contar la historia de lo inmediato, que está lleno de muerte y sangre. Nosotros, los buitres, tenemos derecho a criticar a este y a todos los gobiernos.
Nosotros, los buitres, somos mexicanos, pese a que todas las mañanas se use la tribuna presidencial para descalificarnos. Nosotros, los buitres, no estamos al servicio de los enemigos de la patria, salvo prueba en contrario, algo que no se ha ofrecido y se limita a los dichos de la presidencia, como pasaba en el tiempo del que se fue pero no se ha ido.
Nosotros, los buitres, no pedimos que la seguridad del país se militarice ni obedecemos consignas del gran capital. Nosotros, los buitres, no necesitamos culpar a otros gobiernos por lo que está pasando en México ahora – como usted, como ustedes – ni se nos olvidó la historia. Nos limitamos a escribirla.
Nosotros, los buitres, no somos parte de la derecha ni de ninguna otra cosa, ni usamos la muerte del alcalde de Uruapan con fines políticos, ni somos carroñeros. Nosotros, los buitres, sabemos que Carlos Manzo pidió protección muchas veces y le dieron catorce elementos de la Guardia Nacional que no supieron protegerlo.
No se equivoque, presidenta, ni recurra al gastado argumento del señor que se fue a La Chingada aunque no se haya ido: quien no está de acuerdo con usted, con ustedes, sigue siendo mexicano con todos sus derechos,
incluido el derecho a disentir. Si usted ofende, los ofendidos tienen derecho a ofenderla, porque el respeto no se hereda, se gana.
Nosotros, los buitres, nunca dijimos que a los criminales había que recibirlos con abrazos. Nosotros, los buitres, no estamos obligados a rendirle pleitesía ni a pensar que todo lo que su gobierno haga merece elogios, porque nuestro trabajo es pedirle cuentas a los responsables de la cosa pública, ni más ni menos.
Nosotros, los buitres, sabemos que quienes nos leen, quienes nos escuchan, son suficientemente maduros como para darse cuenta de cómo están las cosas. Y las cosas no están bien. Basta con ver lo que está pasando.
No llegaron todas
No llegó ninguna. Si uno ve las fotografías de la inauguración de la muestra La Mitad del Mundo. La Mujer en el México Indígena, que organizó la embajada mexicana en Madrid, para celebrar la historia, el arte y el papel fundamental de las mujeres indígenas en México, se dará cuenta de que no
No es la primera vez que pasa. En las cumbres del Tajín, que en teoría celebran la cultura totonaca, se habla de la importancia de los usos y las tradiciones de esta etnia. Pero nada más. Y al parecer hay ceremonias y rezos, y talleres de bordado y de tallado de madera y de cocina, pláticas de conocimientos médicos tradicionales, muestras de esto y de lo otro.
Pero si uno quiere saber qué piensan los indígenas, lo que enseñaron ellos, lo que aprendieron los participantes, no halla nada. Cuando mucho se encuentra el discurso oficial y declaraciones de funcionarios como el secretario de Turismo, pero nada más.
No se sabe qué dijeron los indígenas sin nombre, ni se oye la música que se hace en la cumbre, ni se entera uno a qué sabe lo que guisan, ni se ven las obras de las alfareras ni de las tejedoras, ni sabemos cómo se llaman,
porque en el discurso oficial no hacen falta: son indígenas y hay que ver lo que hicieron, con eso basta y sobra. No importa quién hizo qué...
Y a ningún reportero o reportera se le ocurre ir más allá del boletín de prensa. Como en Madrid, donde no llegaron todas ni mucho menos. Habrá que pensar en eso la próxima vez que alguien diga que llegaron todas.
Desde el balcón
Ya hace frío. Uno sale al balcón a comprobar que hace frío, y entibia la copa con la malta en la mano derecha mientras la izquierda no sabe lo que hace, como recomiendan los clásicos. Es una tarde clara, llena de luz, que invita a sentarse en un rincón a salvo de la brisa helada, y a pensar en lo que ha pasado y en lo que pasará.
Uno juega con la idea de que la presidenta le pida a Emmanuel Macron que Francia se disculpe por las dos veces que invadió a México a mediados del siglo diecinueve. Quién sabe. La imaginación sombras suele vestir de bulto bello. Y más si hay malta en la mano.






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