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Paralelos Históricos

  • fermarcs779
  • Nov 4
  • 2 min read

Diego Martín Velázquez Caballero

Durante el mandato de Ernesto Zedillo, su gobierno marcó una transición política hacia una administración plenamente alineada con ideales neoliberales de derecha. En este contexto, Norteamérica asumió un papel crucial en abordar los problemas económicos y sociales surgidos tras el conflicto interno de la Familia Revolucionaria. Zedillo decidió romper definitivamente con el Partido Oficial y con las dinámicas de política local, optando por concentrarse plenamente en la estabilidad macroeconómica, las finanzas públicas y la integración económica dentro del marco del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Este enfoque implicó un abandono de la gobernabilidad local que facilitó la victoria de la oposición.

De manera similar, Claudia Sheinbaum parece estar en una situación comparable. En su intento por sostener un populismo neoliberal, se percibe un distanciamiento paulatino de los gobiernos locales. Esta aparente desconexión explica el contexto actual de descontrol regional y su alejamiento como presidenta de la república en la supervisión directa de los actores políticos. Si bien no se espera que Sheinbaum sea una figura maternal para gobernadores y alcaldes, su postura refleja una ruptura con los principios abrazados por la Cuarta Transformación. Ella ha declarado que no es su responsabilidad supervisar a los funcionarios y legisladores de su partido, pues esta evaluación corresponde, según su criterio, al pueblo.


Hasta el sexenio de Carlos Salinas de Gortari se mantenía en el PRI la práctica de remover a gobernadores y legisladores por diversas razones, como una forma de preservar la estabilidad del sistema político. Aunque esta estrategia pudo ser eficaz en algunos momentos, el panorama actual es significativamente distinto. Hoy día, la autoridad parece ser sinónimo de insensibilidad, distanciamiento e incluso corrupción. Dicha percepción alimenta la idea de que Sheinbaum podría estar allanando el camino para que su partido pierda las próximas elecciones.


El descontrol gubernamental está llevando a la ciudadanía a considerar nuevas alternativas políticas. Sin embargo, persiste la reticencia partidista a revivir el corporativismo clientelar que tanto caracterizó a la cultura política en el pasado. Ante el desencanto que generó el PRI en el año 2000, la sociedad apostó por la alternancia política y Zedillo cumplió sus compromisos internacionales, como el Plan Clinton.


Hoy en día, cuando las coaliciones hegemónicas se debilitan, la presidencia puede percibirse como permisiva y hasta ausente. Tal como Zedillo fuera apodado en su momento "El Gran Solitario de Palacio", esta imagen podría extenderse ahora a Sheinbaum. En medio de las pugnas internas entre facciones del movimiento morenista, los grupos más radicales del lopezobradorismo especulan con que Sheinbaum podría no tener el tiempo suficiente para entregar el poder a la oposición.

 
 
 

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