Diego Martín Velázquez Caballero
La prospectiva de George Friedman sobre el conflicto entre México y Estados Unidos proyectado para el año 2080, comienza a desarrollar algunas de sus facetas en el sur de Norteamérica y particularmente en Texas. El estado de la estrella solitaria, como otros de la Unión Americana, está generando una dinámica disruptiva frente a la aparición de Donald Trump y su estilo de gobierno; Texas, California y otras entidades consideran la salida del federalismo estadounidense no sólo por las diferencias con el trumpismo sino por los conflictos internos que han comenzado a desarrollarse.
Leopoldo Santos en La Jornada reseña, hace pocos días, los movimientos históricos de mexicoamericanos a quienes cruzó la frontera y han combatido –política y militarmente- la hegemonía WASP que no respeta sus derechos históricos y contingentes. Los mexicoamericanos, al menos en el caso de Texas, han sido oprimidos históricamente como los indígenas nativos norteamericanos y casi llevados también al exterminio; su defensa ha debido reflejarse en el uso de la fuerza y la conquista de derechos civiles mediante movimientos sociales. Además de la evidencia que propone Santos Ramírez respecto de guerrillas mexicoamericanas y sociedades secretas nacionalistas durante casi un siglo, también es importante resaltar la multiplicación de enfrentamientos entre células de narcotraficantes mexicanos y policías estadounidenses que han comenzado a publicitarse como una reacción de nacionalismo frente al señalamiento de terrorismo impuesto por el gobierno federal estadounidense. De mismo modo, las fuerzas civiles patriotas de WASP comienzan a combatir contra las fuerzas públicas que rechacen la narrativa trumpista y contra todo elemento que consideren miembro extraño o alien: extranjeros, mexicanos, narcotraficantes, zombies y reptilianos. El estado de la estrella solitaria comienza a irritarse en su multiculturalismo y el pronóstico es reservado como lo estipula Friedman, las fuerzas en pugna están parejas.
Texas tiene su propia historia y Donald Trump ha comenzado a romper un equilibrio que puede provocar la fractura de los Estados Unidos. La Mexamérica no está dispuesta a permanecer más en el limbo que la colocó Octavio Paz; nadismo que tanto México y Estados Unidos no han sabido aprovechar. El territorio mexamericano representa una cultura que integra el norte de México y el Sur de los Estados Unidos, su emergencia como Estado-Nación, como lo proponía Joel Garreau, podría activar la desintegración de Norteamérica y México.
Trump enfrenta dinámicas internas que cuestionan la hegemonía WASP y que, incluso, están dispuestas a confrontarla radicalmente. Las manifestaciones de los migrantes mexicanos que reclaman su inclusión en Estados Unidos, la existencia de las guerrillas mexicoamericanas y el rol de los cárteles del narcotráfico en Texas, señalan un contexto que no es sencillo para el trumpismo republicano. El multiculturalismo en Texas representa una posibilidad de integración entre México y Estados unidos que puede aportar elementos positivos para todas partes. La desatención de los mexicoamericanos por parte de Estados Unidos también es un abandono que ha hecho México de los emigrantes y estadounidenses con ascendencia mexicana, la necesidad de políticas públicas trasnacionales puede implicar la armonización de fuerzas económicas, políticas y sociales que tienen más elementos en común que diferencias.
La focalización de México en Texas y en las entidades donde radican mexicanos migrantes y mexamericanos representa una oportunidad histórica de integración y pacificación con Estados Unidos.
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