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Transfuguismo

Diego Martín Velázquez Caballero  

 

Cuando la Guerra Fría representaba la realidad de la vida global, las superpotencias realizaban acuerdos políticos con actores autoritarios en extremo para justificar el control del espacio. Cada alianza implicaba unos hijos de puta que convenían por razones de geoestrategia.  

El transfuguismo político de nuestro tiempo puede expresarse de esta forma. El partido hegemónico toma los elementos y cuadros que necesita sin cuestionarse mucho acerca de su desempeño ético. Representan posiciones necesarias para el dominio total.  

El transfuguismo cambia cuando es hacia la izquierda o derecha. La izquierda se orienta bajo el pesimismo antropológico y el liberalismo se mueve en el transfuguismo optimista. Durante la transición a la democracia se consideró que el transfuguismo era necesario porque implicaría el desarrollo de ofertas políticas independientes y convencidas como en aquellas sociedades postcomunistas. La formación de ofertas políticas libres y autónomas iba a permitir que la sociedad escogiera entre partidos políticos consolidados e institucionalizados. El transfuguismo representaba posibilidades de liberación y aprendizaje. El cambio como sino de la persona, el destino y la enseñanza de la vida.  

En la izquierda, sobre todo la que interpreta el marxismo de manera fundamentalista, el transfuguismo se observa como una necesidad temporal pero con posibilidad de agotarla en el futuro inmediato. Para la izquierda, el transfuguismo no tiene solución ni remedio, los tránsfugas son desechables y, por eso, las purgas estalinistas se observan en un contexto donde se piensa que la sociedad es igual a las comunidades de amibas, abejas u hormigas.  

El liberalismo político es una ruta de civilización y optimismo social; el populismo no.  

Para la dictadura de las mayorías, los cuadros que transfugan a Morena y que ahora  son suyos, no tienen capacidad de regeneración y en el futuro inmediato serán desechados porque no habrá posibilidad de desarrollo para ellos, la ruta es apoyar el acertijo del sentimiento popular.  

La justificación que se hace del transfuguismo como lo establece Sabina Berman y compañía, representa la muerte de la política, es decir, la muerte de la solución de conflictos por la vía civilizada y parlamentaria. Berman considera que la política tiene que hacerse por otros medios, la violencia por ejemplo, porque eso y nada más que eso, representa el Clan Yunes y en esos cánones llegaron a establecer acuerdos con Morena; como lo hizo el PRI y el PAN.  

Sabina Berman cancela la libertad y la política. Reconoce en su argumento conciliatorio con el yunismo que la capacidad parlamentaria, ideológica y gubernamental de los morenistas está terminando y avecina una cooptación autoritaria como en un principio los regímenes comunistas y nazis lo practicaron.  


 

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