Xochitl Patricia Campos López
Aunque Eduardo Verástegui, el representante de la derecha mexicana proyanqui, queda como un proyecto pausado por la incompetencia de su equipo para reunir las firmas digitales que le requisitaba el INE para ser candidato independiente a la presidencia de la república; Xóchitl Gálvez ha salido en búsqueda de los simpatizantes y probables electores de una causa política que, además de promover el neoliberalismo, es una comunidad que busca la integración abierta con Estados Unidos.
Xóchitl Gálvez trata de reunir la derecha hispanista y proyanqui en la confrontación con Morena. No sólo ha viajado a Estados Unidos para buscar el apoyo de los republicanos y legitimar sus propuestas políticas, además de buscar inversionistas para reactivar el neoliberalismo neoextractivista, también ha pedido el apoyo de un conjunto de mexicanos que se ha integrado a la binacionalidad económica, política y social. Los mexicanos que viven en el extranjero estadounidense igualmente se definen por diferencias sociales singulares, no es lo mismo mojarse las espaldas y los pies que entrar derecho y con todas las garantías de la ley. Aunque esta generalización resulta injusta, es cierto que dichos matices se corresponden con una pertenencia política y visión de futuro. Rafael Moreno Valle se olvidó por completo de los emigrantes poblanos ilegales porque les identificaba absolutamente con el marinismo, prefería trabajar con poblanos emigrantes de un alto nivel social. Esta acción tenía algunas justificaciones; sin embargo, el morenovallismo perdió la oportunidad de aprovechar un enorme caudal de oportunidades para transformar Puebla. Algo semejante está ocurriendo con Xóchitl Gálvez.
La candidata presidencial del FAM XX constituye un verdadero talento personal, un garbanzo de a kilo, está comprobado por computadora en el mejor sentido neoliberal, tecnocrático y gerencial. Además, es innegable que constituye un ejemplo de superación individual y competitividad. Es una de las mejores representantes de la cultura del esfuerzo que pondera la cultura capitalista liberal occidental. Y, probablemente por eso, no puede acercarse a la mayoría de los mexicanos que viven ilegalmente en los Estados Unidos esclavizados en una dinámica prolongada de trabajo que los secuestra de todo aquello que no se refiera a la sobrevivencia de su familia y matria. La ingeniera empresaria que la computadora Head Hunter debió proponer en lugar de Felipe Calderón o que, incluso, hubiera sido una excelente tecnócrata salinista nacional como Otto Granados, resulta extraña y enemiga para el paisanaje. No es responsabilidad personal de Xochitl Gálvez sino de los principios económicos neoliberales. De todas formas, la mayor parte de los mexicanos en Estados Unidos no votarán porque no pueden dejar de trabajar y, sobre todo, no votarán por el FAM XX. La candidata presidencial Gálvez debería pensar la relación con los emigrantes mexicanos más como Fox y menos como Moreno Valle; aunque este último tenía razón en muchas cosas al respecto. Sin embargo, cuesta más dejar de hacer algo al respecto que procurar entender una situación polisémica que lastima a la mayor parte de la sociedad mexicana.
Existen muchos mexicanos en Norteamérica que son funcionales al statu quo estadounidense, pero los mexicanos no son los cubanos de Miami; mucho menos
entienden el anticomunismo de la derecha neoliberal. Los mexicanos emigrantes ilegales en Estados Unidos quieren un gobierno que pacifique sus regiones, procure a los ancianos que se quedaron varados en la comunidad de origen y hagan algo por los mexicanos que vuelvan. Lo demás es ganancia.
Xochitl Gálvez adquiere compromisos con empresarios republicanos de Norteamérica que financian su campaña con objetivos capitalistas, así mismo, resulta una candidata ideal para mexicanos empresarios y emigrantes cuya pertenencia corresponde al Jet Set de la oligarquía nacional. Pero, todo eso, no suma votos para alcanzar a Sheinbaum. La visita de Xóchitl Gálvez a Estados Unidos sólo confirma el imperialismo que dirige al FAM XX.
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