Samuel Schmidt
El parlamento europeo condenó a México por el asesinato de periodistas y activistas derecho humanistas y demandó una investigación “rápida, exhaustiva, independiente e imparcial”, aunque al tiempo de la condena autoridades mexicanas estaban deteniendo a algunos de los asesinos de periodistas y algunos están encarcelados, lo que en algunos casos fue rápido, exhaustivo e imparcial. Ellos deberán resolver qué quiere decir independiente, porque la función del Estado es atender la violación de la ley. ¿Estarán proponiendo la creación de entes de investigación policiaca independientes? ¿Tendrán un modelo europeo?
Al parecer al parlamento europeo se les escapa que no todos los asesinatos se cometen en áreas de responsabilidad federal y que las complicidades que se dan para silenciar periodistas tienen que ver con autoridades locales.
Es innegable que México está pasando por una situación difícil, compleja y de nivel de tragedia. Llevamos más de dos décadas en que el asesinato ha asolado al país creando un río de sangre. Los muertos no se pueden aceptar aunque se pueden explicar por la guerra entre las pandillas por apoderarse del espacio, por fuerzas públicas que parecen realizar labores de limpieza, y por otros que aprovechan el río revuelto. Asesinar a alguien se ha convertido en un negocio muy barato, en especial porque los asesinatos no se investigan y no se castigan. El nivel de impunidad es inmenso, en parte por la asociación entre criminales y el Estado y por una corrupción que corroe toda la cadena de la ley al comprar desde policías hasta jueces.
El gobierno no ha avanzado con la velocidad y dirección que la situación reclama. Mientras que AMLO tiene razón de que hay que luchar contra las causas de la violencia para resolverla de raíz, al mismo tiempo debería avanzar más rápido en el castigo a la violación de la ley. Podrían tener razón los críticos que sostienen que la estrategia no está funcionando, aunque parte de la estrategia no se conoce y no se ve, tal vez porque muchas veces las estrategias policiacas no se hacen públicas, pero el resultado es preocupante en extremo.
El parlamento europeo tiene una predisposición a condenar. Condenó a Cuba por detención de protestantes. Condenó a Marruecos por el uso de menores en la crisis de Ceuta que tiene que ver con el manejo de migrantes. Condenó la farsa electoral en Nicaragua y pide sanciones. Condenó la falta de respeto de los derechos humanos, la libertad política y la libertad de prensa en Etiopía. En el papel hasta parece que se ocupan por los males del mundo. Pero qué sucede al paso de sus condenas. NADA. Las condenas son infectivas pero los mantiene ocupados y hasta parece que tiene conciencia social.
Por otro lado los silencios del parlamento europeo son ensordecedores. No vimos sus protestas cuando Alemania despedazó a Grecia para beneficiar a sus bancos y arruinar a un gobierno democrático. No vemos acciones efectivas ni siquiera condenas a los gobiernos europeos que dejan morir en el mediterráneo a los migrantes que huyen de la herencia colonial europea. No protestan por los miles de misiles de Hamas sobre civiles. Tampoco vemos condenas a Estados Unidos por la agresión en contra de la libertad, la dignidad humana y el respeto de la ley, fue abrumador su silencio ante el asesinato de afro americanos por policías estadounidenses, ni los vimos solidarizarse con el Black Life Matters. Vamos, no levantan la voz frente a la tragedia en Ucrania.
Para el parlamento europeo “La libertad de expresión en línea y fuera de línea, la libertad de prensa y la libertad de reunión constituyen mecanismos clave para el funcionamiento de una democracia sana”, pero como bien dicen: hágase la justicia en las mulas de mi compadre, porque la preocupación por los otros no les ha alcanzado para salir en defensa de Julián Asange, un europeo pionero en la tarea de desenmascarar las acciones secretas e ilegales de los gobiernos.
Posiblemente la clave para entender las censuras y silencios del parlamento europeo este en conocer cuál es la mano que mece la cuna, que papel juega la derecha europea en distraer la atención sobre lo que pasa ahí, dónde está por estallar otra gran guerra, o para corregir las grandes inestabilidades del capitalismo salvaje.
La historia de la humanidad es la historia de ver la paja en el ojo ajeno y los parlamentarios europeos nos muestran el tamaño de sus anteojeras.
Por otra parte es de justicia aceptar que una condena de ellos es totalmente insustancial y no tiene ningún efecto, pero igual hay que decir las cosas.
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