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Z-One Piece y el lábaro patrio

  • fermarcs779
  • 6 days ago
  • 2 min read

Xochitl Patricia Campos López


Aunque se intente deslegitimar la marcha protagonizada por la Generación Z, es innegable que los problemas que impulsaron a miles de personas a salir a las calles en diversas ciudades de México no pueden ser ignorados. La demanda por la revocación de mandato de Claudia Sheinbaum se ha convertido en el eje central de estas manifestaciones dada su parálisis frente a los problemas nacionales. Si bien algunos intentan encasillar las marchas como un movimiento impulsado por la derecha, ya sea identificado con FRENA o con la llamada marea rosa, lo cierto es que estas movilizaciones siguen creciendo en número y en razones que inspiran a las generaciones más jóvenes a participar así como a exhibir el lábaro patrio en una forma incrementalista simbólicamente peligrosa: las marchas multitudinarias con banderas son una cuestión delicada y, más aún, con el agregado guadalupano mariano de los sombreros.


No se puede reducir el mensaje de estas protestas exclusivamente a los intereses de la derecha. México enfrenta problemas graves de gobernabilidad que fueron evidentes durante el mandato de Enrique Peña Nieto y que, lejos de resolverse, se han intensificado. La alternancia representada por Morena no ha logrado mitigar estas problemáticas. Es verdad que la oposición a Morena aprovecha este contexto, pero también es un hecho que los mismos políticos de Morena contribuyen significativamente a los inconvenientes que enfrenta Claudia Sheinbaum.

Gobernadores, legisladores, alcaldes y otros funcionarios dentro del partido parecen desvinculados de la moral pública que Sheinbaum asegura defender, generando un creciente descontento relacionado con la impunidad, la corrupción, el abuso de poder y la ineficiencia gubernamental.


La marcha de la generación Z resonó en todo el país, alcanzando expresión en casi todos los municipios, dejando claro el desencanto ante los escasos avances percibidos. Algunas encuestas registran –aunque cuestionadas por su validez o sesgos– una caída significativa en la aprobación de la presidenta de México, en algunos casos hasta de 30 puntos porcentuales, sumada a una disminución cercana a 40 puntos en la popularidad de Morena. En estados como Veracruz, Sinaloa y Michoacán, las administraciones estatales han sido calificadas prácticamente como entes políticos sin rumbo.


El rechazo a reconocer esta inconformidad y el blindaje otorgado por Morena a sus funcionarios solo incrementa el descontento social. Sin lugar a dudas, esta estrategia es una equivocación. El gobierno federal debe enfrentar las críticas con políticas públicas más eficientes y ejercer influencia sobre sus integrantes para traducir el impacto prometido por la Cuarta Transformación en mejoras tangibles para la población.


Independientemente de si actores como Ricardo Salinas Pliego, Claudio X. González, George Soros o incluso los Illuminati financiaran la marcha –como algunos sugieren–, lo cierto es que lograron evidenciar que Morena no está respondiendo a las demandas ciudadanas. Lo preocupante es que este contexto también alimenta narrativas sobre un posible intervencionismo militar estadounidense u otros mecanismos de presión externa. México necesita urgentemente fortalecer su gobernabilidad, y Claudia Sheinbaum debe buscar colaboración con actores sociales nacionales e internacionales que pueden respaldar medidas para contrarrestar cualquier intento de militarismo estadounidense. Es crucial un cambio de dirección decidido si se quiere garantizar la estabilidad y supervivencia política del país.

 
 
 

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